Precisamente es debido al controvertido tema del voto delegado por lo que el socio Antonio Millán ha presentado una impugnación a la votación, aduciendo que dicha modalidad de voto no está contemplada en los Estatutos del club. De este modo, la proclamación oficial del nuevo presidente ha quedado en suspenso, en un capítulo más de la novela de intriga/suspense/terror en que se ha convertido el deambular de nuestro querido Obra en los últimos meses.
La presentación en el último momento de la candidatura de Ricardo Docobo hacía presagiar lo que iba a ocurrir en las elecciones de este día 26 de mayo. Por mucho que la masa de aficionados y seguidores del Obradoiro tuviera muy claras sus preferencias, la realidad era que el CAB Obradoiro es un pequeño club deportivo, con una masa social (es decir, de socios) muy modesta y en la que poca influencia pueden tener muchas de las cosas que han ocurrido en el último año (incluyendo la irrupción repentina de cerca de 5000 abonados desde agosto pasado). Teniendo siempre muy en cuenta dicha situación, estaba claro que la votación iba a depender mucho más de amistades o lazos familiares que de los programas presentados por cada candidato. De hecho, el candidato vencedor no ha dado apenas información sobre qué pretende hacer con el club a partir de ahora, más allá de esa extraña idea de la “SAD pequeña” (con un capital de 300.000 euros) que no valdría para entrar en ACB y no sería necesaria para estar en LEB. La candidatura derrotada sí parecía presentar alguna propuesta más clara de futuro, apostando decididamente por la conversión “grande” en SAD, la renovación de varios jugadores de la actual plantilla (“5 o 6”, había dicho Pepe Casal) y la intención de afrontar un presupuesto para LEB Oro con las miras puestas en la zona alta de la clasificación. Proyecto sin duda mucho más ilusionante para la enorme masa de aficionados que esta temporada ha llenado Sar, pero que no necesariamente tenía que ser abrazado con igual entusiasmo por los que de verdad importaban en todo este proceso: los 173 socios actuales del club.
Planteemos el escenario que se intuye para el Obradoiro después de estas elecciones:
- si finalmente se confirma el triunfo electoral de Ricardo Docobo: a día de hoy no hay ninguna confirmación por parte del presidente in pectore del club, aunque todos los rumores apuntan a la entrada de Raúl López y Monbus (a pesar de que el empresario lucense lo negó hace unos días). La poca predisposición de Docobo a la conversión en SAD plantea muchas dudas, ya que oficialmente el club está inmerso en dicho proceso y resultaría chocante que el capitán de la nave no hiciera por llevar dicha nave a buen puerto. Docobo ha anunciado que ya tiene un entrenador para la próxima temporada, aunque eso es todo lo que se sabe de su proyecto deportivo, y ha anunciado un presupuesto aproximado de 1 millón de euros para salir en LEB Oro, que a día de hoy parece bastante exiguo pero que quizás dentro de unos meses no lo sea tanto (la crisis hará adelgazar los presupuestos considerablemente). A pesar de todo, Ricardo Docobo acaba de animar a adquirir acciones del club y ha sembrado la esperanza de que existen posibilidades reales de salir en ACB la próxima temporada, aunque todo ello sin ofrecer razonamientos demasiado consistentes. Por lo demás, todo es una incógnita en cuanto al plan de acción del nuevo presidente obradoirista
- si sale adelante la impugnación del voto delegado: sin dicho voto, el ganador de las elecciones habría sido Javier Laíño. Ello plantearía la duda de si se tendría que dar por bueno el recuento de votos restando los votos delegados o si en realidad habría que convocar una nueva votación (la lógica quizás apuntaría más a esta última posibilidad). En cualquier caso, los plazos se echarían encima para poder pensar en cualquier planificación medianamente decente de la próxima temporada. La directiva actual (la presidida por José Ángel Docobo) debería seguir al frente del club pero sin poder tomar decisiones trascendentales más allá de la gestión diaria. El escenario posible de llegar a la fecha límite de conversión en SAD sin tener una directiva ratificada oficialmente no sería sino un paso más en la sorprendente historia de un club acostumbrado a sobrevivir a pesar de todo y de todos
La clave de todo este embrollo sigue estando en la conversión del club en SAD. Si efectivamente hay inversores dispuestos a afrontar la inversión del capital social requerido (recordemos: 2,8 millones de euros), el resultado de estas elecciones es completamente accesorio. Desde el punto de vista del futuro inversor mayoritario, poco cambia la situación entre la directiva que ha habido hasta ahora o la que pudiera haber de aquí al 15 de julio. Sin embargo, en el plano práctico, sí que se podrían dificultar las cosas si los pretendientes a accionistas mayoritarios no tienen en este tiempo una directiva que “sintonice” con sus ideas de futuro. En este sentido, el apoyo explícito de José Ramón García, presidente de Blu:Sens, a la candidatura de Javier Laíño hacía presumir que la exitosa empresa compostelana iba a asumir muchas responsabilidades en el tema de la conversión en SAD. Con la (no se sabe si definitiva) victoria de Ricardo Docobo y el apoyo del grupo empresarial del que todavía no se ha dado el nombre, todo queda mucho menos claro. Esperemos acontecimientos…